El alza de la inflación que se produjo después de la pandemia planteó varias preguntas sobre cuál indicador de inflación subyacente predice mejor la inflación total futura, es decir, la meta oficial del Banco de Canadá. En aquel momento determinamos que el índice de precios al consumidor (IPC) sin alimentos, energía y el efecto de impuestos indirectos (IPC sin AEI) daba mejores resultados que otros indicadores y ofrecía además la ventaja de ser más intuitivo y fácil de comunicar a los mercados y hogares.
Ahora que la inflación ha vuelto en gran medida al rango del banco central, repetimos el ejercicio y comparamos el IPC truncado, el IPC mediana y el IPC sin AEI. Una vez más, el IPC sin AEI resultó ser el indicador que mejor predice la inflación general.
Nuestro método consiste en estimar las curvas de Phillips aumentadas para cada indicador de inflación subyacente, así como para el promedio del IPC truncado e IPC mediana. Cada curva correlaciona la tasa interanual de inflación con la capacidad ociosa de la economía y otros fundamentos. Estimamos luego una ecuación puente que vincula cada indicador subyacente con la inflación total, lo que nos permite evaluar cuál proyección subyacente predice mejor la inflación general.
Para ello, realizamos simulaciones dinámicas en las cuales la inflación subyacente y la inflación total se pronostican conjuntamente a lo largo de diversos periodos históricos. Es una prueba más rigurosa de la exactitud de los pronósticos que el método dentro de muestra, que reajusta los errores de predicción en cada periodo según la inflación observada.
La tabla 1 presenta los resultados de la estimación de las curvas de Phillips aumentadas, mientras que la tabla 2 reporta los resultados correspondientes de las ecuaciones puente. Las dos ecuaciones se calcularon con el método generalizado de momentos (GMM) dentro de un marco de equilibrio general y semi estructural que correlaciona la dinámica de la inflación con los fundamentos económicos e incorpora la respuesta de la política monetaria con una regla de Taylor.
Puesto que los pronósticos de la inflación total se derivan de las predicciones de inflación subyacente, evaluamos la exactitud de las predicciones comparando la raíz del error cuadrático medio (RECM) de los pronósticos de inflación total. La tabla 3 muestra las calificaciones de exactitud en distintos periodos de simulación. En el periodo 2018–2025, el IPC sin AEI se impone claramente, de acuerdo con los resultados del RECM. El gráfico 1 ilustra la simulación dinámica de los pronósticos en este periodo, con lo que se observa visualmente cómo cada indicador se compara con la inflación general.
Durante la fase de repunte de la inflación que comenzó en el tercer trimestre de 2022, todos los indicadores de inflación subyacentes tienen resultados simulares, aunque el IPC sin AEI arroja el mejor pronóstico de la inflación total cuando se usa la muestra completa. Cabe mencionar que solo el IPC truncado refleja el pico del periodo inflacionario, pero con la desventaja de que sobreestima en general la inflación antes y después del pico.
Si bien el IPC sin AEI se mantiene a la cabeza en términos de exactitud en las simulaciones de 2021–2025 (tabla 3 nuevamente), su ventaja respecto al IPC truncado e IPC mediana disminuye. Cuando realizamos la simulación del modelo en los ocho últimos trimestres, el IPC truncado arroja el pronóstico más exacto (menor RECM), seguido del IPC mediana, con un resultado similar para el promedio de ambos e IPC sin AEI. Un dato importante es que las ecuaciones con indicadores subyacentes dan mejores resultados que el método del camino aleatorio en todos los periodos de simulación.
Las simulaciones con muestras más pequeñas proporcionan observaciones interesantes, pero la muestra de 2018–2025 incorpora totalmente el ciclo inflacionario más reciente, con varios shocks como restricciones de oferta y tensiones geopolíticas. El sólido desempeño del IPC sin AEI en este horizonte de tiempo más amplio reafirma su valor como pauta confiable para predecir la inflación total y definir las decisiones de política monetaria, particularmente en momentos de mucha incertidumbre.
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