Transcript - Podcast Focus Americas Episodio 2: Chile’s encouraging path to a new constitution

Bienvenidos a Focus Americas, el nuevo podcast de Perspectives de Scotiabank. Focus Americas examina los acontecimientos económicos y políticos que afectan a los países de las Américas. Phil Smith, Director de Relaciones con Inversionistas de Scotiabank, conversará con líderes del Banco y expertos externos para conocer sus apreciaciones acerca de los motores que mueven estos acontecimientos, desde Canadá en el norte, hasta Chile en el sur.

 

Philip Smith: Hola y bienvenidos a Focus America.  Hoy, trataremos sobre el proceso constitucional en Chile. Soy Philip Smith de Scotiabank y seré el anfitrión del podcast de hoy. Mi distinguido invitado hoy es el señor Tom Shannon, Asesor Sénior en Política Exterior de la firma Arnold and Porter en Washington. El embajador Shannon es experto en relaciones internacionales y tiene más de 30 años de experiencia en la administracion pública y el servicio diplomático. Su cargo más reciente fue el de Subsecretario de Estado de Asuntos Políticos, el tercer puesto de mayor jerarquía en el Departamento de Estado de Estados Unidos. El Embajador Shannon es embajador de carrera, el nivel más alto en el escalafón del Servicio Diplomático de Estados Unidos. También ha sido embajador en Brasil y, como miembro del Servicio Diplomático de Estados Unidos, ha trabajado en las embajadas en Guatemala, Sudáfrica y Venezuela. Por lo tanto, tiene total autoridad para opinar sobre la situación de América Latina y nos complace tenerlo como invitado hoy.

Tom, permíteme empezar señalando que Chile ha sido noticia durante todo el año. Todo comenzó de manera infortunada en octubre de 2019, con disturbios que fueron seguidos de una serie de compromisos por parte del gobierno para la realización de un plebiscito constitucional que tuvo lugar el 25 de octubre. Te pediría que nos comentes lo que pasó a partir de ese momento en Chile. Además, ¿podrías darnos el contexto histórico de la Constitución chilena? No estoy seguro de que sea un tema con el que nuestra audiencia esté muy familiarizada. Podrías referirte a sus orígenes, su contenido y el impacto que ha tenido en Chile.

Tom Shannon: Claro. Muchas gracias, Phil. Es un gusto acompañarte hoy y un honor participar en el podcast de Scotiabank y dirigirme a tu numerosa audiencia, y muchas gracias por tu amable presentación. El tema de la Constitución de Chile y el plebiscito nacional sobre una nueva Constitución, la aprobación de una nueva Constitución por los chilenos y, lógicamente, el proceso actual de comenzar a configurar una convención constitucional, son un acontecimiento histórico para el país. Como señalaste, la actual Constitución de Chile, que data de 1980, se formuló bajo la dictadura de Augusto Pinochet y el gobierno militar chileno y ha perdurado por varias décadas, incluso cuando Chile se democratizó y expandió su economía de manera impresionante y se posicionó como uno de los socios comerciales más importantes de América Latina y el mundo, debido a que estableció un conjunto de pautas que ayudaron a los chilenos a enfrentar la transferencia de un gobierno autoritario a uno democrático y de una economía mayormente cerrada a una economía abierta, y porque confirió a los chilenos capacidad política para administrar las diferencias políticas y establecer coaliciones políticas entre grupos significativamente divergentes del espectro político, que permitieron que Chile prosiguiera su democratización y crecimiento económico con una importante estabilidad política. El descontento comenzó a manifestarse hace varios años, cuando los estudiantes chilenos tomaron las calles para reclamar sobre las condiciones del sistema educativo chileno, especialmente, en el nivel terciario o universitario, y las dificultades que muchos estudiantes chilenos enfrentaban para encontrar trabajo al terminar la universidad. Estas protestas mantuvieron su efervescencia por muchos años, pero, como señalaste, en octubre de 2019, tras la decisión de incrementar los precios del transporte en las ciudades importantes, la efervescencia dio paso a algo mucho más intenso. Se convirtió en un clamor a todo pulmón y los chilenos salieron a las calles a protestar por lo que consideraban una desigualdad en su propia sociedad y se lanzaron a una seria confrontación con los servicios de seguridad y las fuerzas policiales chilenas, algo que no se había visto desde hacía mucho tiempo en Chile. El impacto político de esta situación fue dramático a nivel nacional. Lo que es interesante acerca de Chile y puede ser tomado como ejemplo es que, si bien inicialmente se utilizó a la policía para controlar y reprimir a los manifestantes, las autoridades políticas chilenas se dieron cuenta de que esto no iba a funcionar y que, en efecto, el gobierno y los líderes políticos chilenos necesitaban encontrar una forma de conectar con los manifestantes, lo que condujo a una serie de negociaciones en las que se decidió que la mejor manera de poner término a la violencia callejera y a la agitación política era ofrecer al pueblo chileno un plebiscito que les permitiera expresar si deseaban o no reemplazar la Constitución de 1980 con una nueva Carta Magna y esto fue lo que funcionó. A este respecto, debe felicitarse a Chile y a sus líderes políticos porque reconocieron que la solución para este tipo de agitación, en una sociedad democrática, era más democracia. En otras palabras, ofrecer al pueblo una voz en el establecimiento de su rumbo y propósitos como nación a través de una nueva Constitución. La votación del 25 de octubre fue la voz potente y unida del pueblo chileno que en un 78% se manifestó a favor de una Constitución nueva y el inicio del proceso para redactarla.

Philip Smith: Por lo que mencionas, la Constitución tuvo una larga permanencia y, obviamente, los estudiantes y otros grupos de la sociedad chilena no estaban contentos con la desigualdad y otros aspectos, pero ¿podrías decirnos si hubo algún trasfondo específico? ¿Se trataba simplemente de los estudiantes? O si bien parecía una protesta carente de liderazgo y espontánea, ¿había realmente otros grupos o intereses involucrados y esto obviamente se reflejará en el proceso constitucional, ya que habrá mucha gente a la que será necesario complacer a través de la reforma constitucional?

Tom Shannon: Bueno, el hecho de que el 78% de los chilenos que participaron en el plebiscito votara a favor de una Constitución nueva significa que un gran sector de la sociedad chilena considera que la Constitución antigua ya no da para más o, dicho en otras palabras, necesita ser renovada y corregida de alguna manera. El actual gobierno del Presidente Piñera y su partido político habían ofrecido la posibilidad de realizar enmiendas en la Constitución, es decir, mantener lo esencial de la Constitución de 1980 y solo cambiar lo que para los partidos y otros líderes políticos era inapropiado o ya no servía. Lo sorprendente es que el pueblo chileno no deseaba esta opción. Deseaba la reformulación total de la Constitución. Era imposible decir que existían solo uno o dos aspectos de la Constitución de 1980 que eran lesivos o que ya no se consideraban válidos o legítimos para el Chile del siglo XXI, cuando para muchos chilenos la Constitución de 1980 era uno de los últimos vestigios de la dictadura del general Augusto Pinochet y, en este sentido, muchos chilenos consideraban que ya era hora de dejar su historia en el pasado, sacudírsela de encima y pasar a concentrarse en cómo reencauzar a Chile para lo que resta del siglo XXI.

Philip Smith: Mencionaste que hubo una respuesta muy contundente con el 78% de votos a favor. ¿Llegaste a alguna otra conclusión importante a partir del resultado de esa votación? ¿Alguna sorpresa o algo a lo que los inversionistas u observadores de Chile deberían prestar atención de aquí en adelante?

Tom Shannon: Hay un par de aspectos que cabe mencionar. Si bien la opción de una nueva Constitución tuvo un respaldo significativo con el 78% de los votos, la asistencia de electores fue de apenas 51%. Esta cifra, comparada con los estándares de Estados Unidos, está muy bien, pero, de acuerdo con los estándares chilenos, pudo ser mejor. Sin embargo, la votación en sí fue clara en términos del rumbo que se quería tomar a través de ella. Lo que en realidad se presentó a los chilenos fue una serie de preguntas. La primera fue si debería redactarse una Constitución nueva y esto fue lo que recibió el 78% de los votos. La segunda pedía indicar cómo debía ser redactada y por quién. Es decir, si debía ser redactada por una convención constitucional, que sería elegida directamente por el pueblo, o por una convención constitucional mixta en la que el 50% de los miembros serían parlamentarios existentes y el otro 50% serían ciudadanos elegidos directamente para participar en la convención. El 79% de los chilenos optó por lo primero: una convención constitucional elegida directamente. Lo que sorprende de todo esto es que el pueblo chileno estaba rechazando al parlamento en funciones como participante en el proceso de redacción de la Constitución, lo cual constituyó un gran golpe al liderazgo y los partidos políticos chilenos tradicionales.

Philip Smith: Has mencionado que, para el proceso que se viene, existe una convención constitucional, pero a la vez está el actual parlamento en funciones. Entonces, ¿cómo interactuarán estas dos partes? ¿Habrá siquiera algún tipo de interacción? ¿Existe la posibilidad de un cisma, si puede llamársele así, entre estos dos entes?

Tom Shannon: Muy buena pregunta. Es un problema al que se enfrenta cualquier país que implementa una convención constitucional. La realidad es que la política chilena se mantendrá independiente del proceso de redacción constitucional. Déjame explicarte cómo es esta mecánica. La votación de octubre que aprobó una convención constitucional y la elección directa de sus miembros establece que la elección de los miembros de esa convención constitucional tendrá lugar en abril del próximo año. Los miembros de la convención constitucional tendrán nueve meses para redactar la nueva Constitución, así como una suerte de período de gracia de tres meses, si lo necesitan para continuar la negociación y la redacción de la Carta Magna, con la idea de presentarla al pueblo chileno en un referéndum que probablemente tendrá lugar en agosto de 2022. Esto significa que el plazo es relativamente ajustado para elegir a los miembros de la convención constitucional, para que esta se organice, apruebe su reglamento y sus mecanismos de orden, se ponga a negociar y redactar la nueva Constitución y posteriormente la presente al pueblo chileno. Lógicamente, mientras ocurre todo esto, Chile necesita ser gobernado y para ello tendrá un presidente, un parlamento en funciones y, de hecho, tendrá una elección presidencial y parlamentaria en noviembre de 2021, cuyo proceso será muy intenso e interesante porque tendrá lugar justo en plena redacción de la nueva Constitución. Así que es posible imaginar desde el punto de vista político que los temas sobre los que tratará la convención constitucional serán del mismo tipo que los que tratarán los candidatos presidenciales y parlamentarios. En estos momentos, al no saberse con claridad cuál será el reglamento de orden de esa convención constitucional, resulta difícil prever cuáles podrán ser las áreas de coincidencia o confrontación entre la convención constitucional y el parlamento, pero, por la manera en que se formuló y presentó el plebiscito y la manera en que funcionará la convención constitucional, entiendo que el reglamento de orden que se utilizará para definir el comportamiento de la convención constitucional y sus mecanismos de consideración y aprobación de los artículos constitucionales, requiere la aprobación de dos tercios de los miembros de la convención constitucional, lo que probablemente asegurará una amplia aceptación del texto de la nueva Constitución y sobre el papel de la convención. Por lo tanto, pienso que Chile encontrará una forma de avanzar durante este período sin que tengan que generarse coincidencias o conflictos o confrontaciones de carácter político entre la convención constitucional y el parlamento.

Philip Smith: Realmente es bueno saberlo desde la perspectiva de la gobernabilidad futura. Y como si la situación no fuera lo suficientemente interesante, a la coexistencia de la asamblea constituyente y el parlamento se le agregará una elección presidencial en 2021. ¿Consideras que el proceso constitucional y la elección presidencial tendrán un impacto mutuo?

Tom Shannon: Bueno, sí. Creo que la respuesta inmediata es sí, porque, como lo he señalado, se vivirá un ambiente político muy intenso en el que además Chile, al igual que el resto del mundo, así lo espero, estará saliendo de la pandemia y la crisis del COVID-19 que tenemos encima y estará enfrentando las consecuencias económicas y sociales de la pandemia. Cuando se combina el impacto social, el impacto en los sistemas de salud pública y en la economía, y el impacto político, y a ello se suma todo el proceso de redactar una Constitución, y la elección presidencial en sí, creo que los candidatos que se postularán en esa elección sabrán y comprenderán que, en muchos sentidos, el país que gobernarían será un país moldeado por una constitución que estará aún en proceso de redacción. Por lo tanto, creo que el esfuerzo de articular puntos de vista, presentarlos y después esperar que encuentren eco en una convención constitucional sería significativo.

Philip Smith: Mencionaste que en abril de 2021 se iniciaría el plazo de nueve meses para la redacción de la nueva Constitución y que después habría un período de gracia de tres meses. ¿Prevés para ese entonces algún resultado probable? De ser así, ¿cuáles crees que serán las implicancias para Chile y la vida en Chile en términos generales? ¿Es de esperar que, como producto de esta reforma, el sistema educativo, los programas de protección social y el sistema de pensiones cambien radicalmente o es muy pronto para especular?

Tom Shannon: Considero que es muy pronto para especular sobre la naturaleza específica de los cambios, pero no considero que sea muy pronto para especular sobre la necesidad de esos cambios. Chile ha sido de muchas maneras un país extraordinario en términos de su capacidad para manejar la transición de la dictadura a la democracia, con una habilidad y estabilidad notables. Además, ha ejercido un liderazgo político admirable en su capacidad para capear los problemas realmente difíciles que se le presentaron al enfrentar la dictadura militar y lo que esta hizo a la sociedad chilena y, además, la manera en que pudo preservar una economía que había comenzado a producir una riqueza significativa para Chile. En el transcurso de los últimos años se ha hecho evidente que, pese a la prosperidad de Chile, aún se sufre una desigualdad muy marcada y todo un sector de la sociedad chilena se siente muy vulnerable ante un revés económico. En algunos casos, ello obedece a la naturaleza del empleo y el sistema educativo y a cómo los estudiantes pasan de los centros de formación técnica y escuelas secundarias y universidades a la fuerza laboral, pero en parte también tiene que ver con el proceso de privatización importante por el que pasó Chile, que ha hecho que muchos chilenos sientan que, debido a la ausencia de programas de protección social más sólidos en el país, quedarían en situación de suma vulnerabilidad ante la falta de un trabajo o de acceso a un seguro privado. Por lo tanto, considero que esta convención constitucional adoptará un enfoque social con miras a buscar la forma de preservar los motores del crecimiento económico de Chile y a la vez asegurar una distribución más equitativa de la riqueza, una reducción de la desigualdad y, especialmente, una reducción del sentimiento de vulnerabilidad, particularmente en las clases media y media baja, que genere en los chilenos la sensación de que cuentan con un Estado al cual recurrir en caso de una desgracia personal.

Philip Smith: Algunos señalan que el proceso que se está dando en Chile se asemeja un poco a la transición, de un modelo más neoliberal, a un modelo social democrático. ¿Estás de acuerdo? ¿Existen coincidencias con otros países que han pasado por un proceso o una evolución similar, en Norteamérica, Europa u otro lugar del mundo?

Tom Shannon: Bueno, recordemos que Chile fue gobernado durante muchos años por la Concertación que, en realidad, es una agrupación de partidos de izquierda liderada por presidentes socialistas; por lo tanto, en muchos aspectos, Chile ha sido una democracia social y no un país neoliberal. Sin embargo, lo que estamos observando ahora es el impacto de los cambios extraordinarios, producto de la tecnología y la globalización a nivel mundial, y si bien el modelo de la Concertación y el marco social democrático fueron buenos para Chile en su momento, los cambios que el país ha experimentado a lo largo de estas décadas, los cuales se han acelerado con el tiempo, han llevado a Chile a adoptar un enfoque renovado de sus estructuras económicas y políticas, a fin de determinar qué le va a funcionar mejor. En este sentido, mirar el pasado podría no ser lo apropiado. Quiero decir que existe una serie de países que han pasado por convenciones constitucionales y, especialmente en América Latina, los países en proceso de transición de un gobierno autoritario a uno democrático, también reformulan sus Constituciones. Brasil lo hizo al pasar de un gobierno militar a uno civil. Colombia, si bien es el país que ha vivido en democracia por más tiempo en Sudamérica, también ha reformado y actualizado su Constitución varias veces, al igual que muchos países centroamericanos. Y la lección que podría aprenderse de estos casos es que esas constituciones tienden a ser demasiado largas, detalladas y específicas, creando a veces una expectativa difícil de satisfacer en la realidad. Con esto quiero decir que se tiende a incluir en las Constituciones toda una serie de derechos económicos, sociales y culturales que generan la expectativa de un resultado que muchos países no pueden alcanzar porque no cuentan con la riqueza o los recursos económicos para hacerlo, y creo que Chile tendrá que observar lo que han hecho otros países, tratar de concebir la mejor manera de crear un modelo que le permita configurar una estructura política que le dé flexibilidad para adaptarse a las circunstancias que afrontará en una economía global, que está saliendo de una pandemia y, además, que le sirva para enfrentar en primer lugar los problemas políticos generados a raíz de la Constitución.

Philip Smith: Entonces, ¿cuáles serían, a tu parecer, las perspectivas para Chile? Es obvio que estarán marcadas por el proceso constitucional y además por la pandemia y la economía. Siendo así, ¿cómo serían tus perspectivas para Chile en este momento?

Tom Shannon: Positivas. Chile tiene grandes retos por delante, pero los chilenos han demostrado capacidad para poder enfrentarlos con una visión clara y comprender qué les toca hacer. Han encontrado la forma de establecer el diálogo y la cooperación que se necesitan para avanzar. Tengo la esperanza de que seguir el ejemplo de enfrentar con más democracia a un estallido social y a una crisis política, como los que se vivieron en Chile, será visto por los propios chilenos como algo inteligente y prudente. También espero que, en la medida en que los chilenos entablen el debate en torno a la elección de los miembros de la convención constitucional y, tras el establecimiento de este órgano, el debate respecto al seguimiento de las actividades de sus miembros y cómo inician el proceso de redacción constitucional, se advertirá el esfuerzo de los chilenos por preservar aquellos aspectos de la vida política y económica chilena que han generado estabilidad y crecimiento económico y han atraído inversión extranjera, haciendo de Chile un socio económico y comercial tan importante para tantos países, como Estados Unidos y Canadá. Y al mismo tiempo, podrán enfrentar los problemas de fondo que generaron la crisis política y comenzar a buscar formas de mejorar la distribución de la riqueza y garantizar al pueblo que estará protegido en tiempos de una catástrofe personal.

Philip Smith: Creo entonces que hay razones para ser optimistas y que el mundo estará pendiente del avance de este proceso con mucho interés. Tom, ¿tienes algún comentario final antes de concluir el podcast de hoy?

Tom Shannon: Solo diría que he tenido la satisfacción de trabajar en temas vinculados a las relaciones entre Estados Unidos y Chile desde hace mucho tiempo y que mi experiencia con Chile ha sido extraordinariamente positiva, lo que me ha llevado a respetar profundamente a este país, su cultura y lo que ha logrado a lo largo del tiempo. Realmente creo que la forma en que Chile enfrenta sus desafíos podría servir perfectamente de ejemplo para muchos otros países que viven situaciones o crisis políticas similares, ya que en última instancia el propósito de los gobiernos democráticos no solo es permitir a las personas decidir el destino de su nación, sino también decidir su propio destino y hacer que su gobierno les responda ofreciéndoles las oportunidades, los recursos y la seguridad que necesitan para la realización de su potencial humano. En este sentido, creo que Chile es uno de los principales ejemplos sobre cómo hacer uso de un gobierno democrático para lograr una sociedad democrática, y le deseo todo lo mejor.

Philip Smith: Muchas gracias, Tom, por tus comentarios. Así concluimos el episodio de hoy de Focus America. Quisiera agradecer al embajador Tom Shannon por su participación. Valoramos mucho sus percepciones y análisis y esperamos que pronto podamos tenerlo nuevamente como invitado. Gracias a todos por su participación.